Lautaro
Ella ha lavado, ungido mis pies con su nueva vida.
Ha faenado el salmón de río,
ha cebado el mate esta tarde de octubre
y frente a la huerta nos hemos sentado
a ver pasar en un segundo mil años.
La nube cruza tras la rama
pues corre viento del indio –me dice-
y se arquean sus pensamientos,
se encorvan con el peso del cariño
como su joroba octogenaria.
Viento indio, puelche o temporal:
soy tu nube, madre.
Aquí hay una puerta abierta
frente a mí, una silla vacía,
y pienso en ti, amor, cuando miro al norte.


1 criticas constructivas:
Otro poema de mensaje romántico, pero con mitología americanista.
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