Yo tengo la mano pintada de rojo. Es importante tener una mano pintada. Nadie sabe como me pinté la mano. Nunca vi una mano pintada de rojo. Ellos tampoco.
Hoy comí. También las mujeres comieron. Encontramos un ciervo muriendo. Con nuestros palos afilados lo matamos. Le sacamos el cuero y se lo quedó el jefe. El jefe no tiene la mano pintada de rojo. Me da miedo. No le gusta que yo tenga la mano pintada y él no.
En el fondo de la caverna quedó pintada la pared con la forma de mi mano.
En rojo.
David Farrés.
3 criticas constructivas:
El principio de las cuestiones cavernícolas. La repetición debe tener un fin, cuando se repite más una palabra es el peso que se le da dentro del texto, esto es para darles "una mano" con la comprensión del texto.
No hace a lo literario (que me gustó), pero como curiosidad:
algunos piensan probable que los artistas rupestres hayan sido predominantemente las mujeres que se quedaban en el hogar-cueva mientras los hombres cazaban.
Bastante original, no creo haber leído un texto sobre tema igual, además la forma en que el personaje lo narró se adecúa a las circunstancias. Me gustó
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