No dejó nada escrito. La mañana del quince de marzo, José Miguel Baena se despertó a eso de las once y cuarto, fue al cuarto de baño, se lavó la cara y orinó. Luego tomó un vaso de leche fría con mucho Cola Cao y estuvo viendo la televisión un buen rato. Pasadas las doce y media salió a la terraza y se tiró. No dejó nada escrito, pero una anciana del bloque de enfrente que en esos momentos quitaba las malas hierbas a sus geranios andaba contando a unos periodistas que le pareció que bajaba riéndose.
CAMPOVIEJO



4 criticas constructivas:
Como todo, se puede pulir, pero me parece lo suficientemente frío, transmite indiferencia y eso es lo que te deja ese sabor agridulce. Me gusta.
Exitencial? No se si lo es. Hay un par de relatos sobre el suicidio creo que en los primeros textos, incluso hay uno con una imágen de un ahorcado. La vida vacia del personaje lleva a que la muerte sea divertida, esa es una de las interpretaciones que se puede hacer. Un texto que no es hueco.
No sé cuántas palabras le quedaban disponibles para detallarlo un tanto mejor (me da fiaca contar XD) pero no está mal, reluce esa indiferencia propia y ese sarcasmo extraño y triste del suicida.
yo entiendo que el hombre del relato lo hacía todo sistemático y rutinario. Es la caída lo que le da emoción a su "vida".
original y grotesco.
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