¡Entrégame las llaves!- dijo Mabel, arrojando toda mi ropa por la ventana; tirando también mis libros y mis discos.
Perfecto -dije-aunque la casa es de ambos; la dejo yo. Pero antes, busco a mi gato y me lo llevo.
-¡Apúrate; que no tengo tiempo!-añadió ella con altanería.
Regresé sin el animal, pero mañana lo volvería a ver; cuando retirara todos los muebles; porque por su soberbia, y por no haber encontrado al felino, escondido, en mi bolsillo; guardé las llaves de Mabel.
Laín
3 criticas constructivas:
Una buena historia bien contada.
Pequeñas venganzas de la vida conyugal!
Luego de la tormenta es gracioso el humilde orgullo que surge de las peleas conyugales ^^'
Publicar un comentario