Todos los adultos escucharon el ruido aquella tarde y lloraron. El niño los contemplaba atónito porque nada sentía. De repente lo miraron y su vergüenza fue infinita. El niño extendió sus manos al cielo y pidió escuchar aquello que escuchaban todos. Los adultos dejaron de oír. El niño comenzó a reír y empezó a abrazar a cada uno de los hombres y mujeres. Hace más de dos mil años que ellos dejaron de atender. El niño aún se ríe y sigue su abrazo eterno.
Arlequín.
1 criticas constructivas:
Un cambio inesperado, el título lo dice todo.
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