Se acercaba la noche de ánimas; y el fantasma todavía vagaba sembrando el miedo entre las almas vivas. Los vecinos de Wanda, seguros de que sólo el fuego podía acabar con él, arrastraron madera de pino hasta las paredes de la Iglesia y, sin remordimientos, le prendieron fuego. Esperaron hasta que las llamas llegaron al campanario. Cayó el badajo desgarrando el aire pero las campanas sonaban todavía a fiesta grande.
g minuscula
2 criticas constructivas:
No creo que lo hayan matado si era un fantasma, esas locas intenciones de las masas que actuan como langostas depredadoras de todo aquello que no sean ellas mismas, locas e infructiferas, los fantasmas siempre ganan.
Pablo ¿cuáles fantasmas? ¿los que llevamos dentro y existen, o los que intuímos que existen pero no vemos?
Es cierto que los fantasmas no mueren, pero es falso que siempre ganan. Me gusta el cuento cualquiera sea la connotación que le quiso dar el autor.
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