Me despertó el estertor agónico de mi compañero. Lo siento, dijo sin voz. Te quedas solo. Haz lo que tengas que hacer y reza para que te encuentren rápido.
Llevaba dos semanas haciéndolo, desde que el pesquero fue a pique. Encaramado a la barca auxiliar, milagrosamente intacta, di gracias al cielo por mi amigo superviviente, por mí.
Poco duró la alegría, casi tan poco como la comida y el agua que redimimos del mar embravecido.
Recé mientras le cerraba los ojos, mientras le quitaba el pantalón, mientras me inclinaba y le hincaba los dientes en el muslo exánime.
AZABACHE



2 criticas constructivas:
¡Qué horror! El tema del canibalismo, aunque recurrente, siempre tiene algo para agregar.
Cuando hay hambre ninguna carne es fea. Un antropofagico relato.
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