El paisano se persignó y entró al Paraje donde nació. Atravesó al galope ese puñado de casas abandonadas mientas esquivaba los cardos que habían crecido en las calles.
Tras una esquina apareció un viejo que arrastraba una pierna para caminar; se acercó a él con la desconfianza de los que no creen, pero creen.
-Buenas tardes, pensé que en este pueblo ya no quedaba nadie.
El hombre sin dientes largó una carcajada tan fuerte y se alejó.
Al salir del Paraje, Don Carmelo de la Cruz reconoció su nombre en el cartel del arroyo.
Carmela
1 criticas constructivas:
Nos invita a un mundo fantástico e inquietante es un viaje hacía el pasado o el futuro, un viaje al fin.
Publicar un comentario