Nació una mañana. Una vida devino y muchas otras cosas, no obstante el mundo seguía igual a su última noche de inexistencia, como también a la primera. Toda la alegría que supuso soportar por aquellos días, solamente influyó cualitativamente en el día de su muerte. No hubo un después en tanto esmero insignificante, las paredes del templo nunca lo notaron y no debe de sorprender, pues no existe nadie a quien le pueda importar.
Por Josué Herrera
2 criticas constructivas:
La insgnificancia de transito de nuestras vidas, creemos ser eternos y no somos más que un pensamento fugaz. Cierto tou exstencial, bien relatado.
Capte la idea de ser insignificante solo que me cuesta entenderlo porque para mi toda persona tiene su importancia en la vida de alguien, creo que de alguna u otra manera todos trascendemos aunque no lo sintamos asi...Otra cosa que no entendí es porque considera que la alegría se soporta...¿es una carga ser feliz? Disculpame pero creo que no entendí del todo tu relato...
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