No podía identificar los códigos del miedo.
La oscuridad era cálida, casi protectora.
De pronto, una opresión dolorosa lo remitía a la angustia.
Tenía los párpados apretados, pegoteados en su propia sangre.
Dos manos lo tomaron de la cabeza y lo arrastraron sin miramientos.
Salió de su celda con el cuerpo bañado de sangre.
Lo pusieron cabeza abajo, el golpe lo tomó por sorpresa y lloró. Lloró fuerte sin poder evitarlo...
...Guardó en el subconsciente aquellas palabras todavía sin sentido: -- Gracias a Dios, es sanito, un hermoso machito--.
Guardó también la ternura del abrazo de su madre.
Julio C
1 criticas constructivas:
Hay un texto parecido unos cientos de relatos más abajo, pero es una visión tipo si llego a encontrar al médco qu me pegó en la cola el día en que nací..." No por eso pierde fuerza el final.
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