Le gustaba cada noche fumar un puro.
Apreciaba su tamaño, su color, su textura, oliéndolo absorbía su embriagante aroma, lo tomaba con dos dedos, cerca de su oreja comprobando a través del sonido la madures de las hojas.
Juró esa noche que no fumaría más.
Tal vez por eso fue el que más disfrutó.
El cubano de a poco se fue reduciendo.
Esa fue su última noche.
Él consumió al puro y el puro lo consumió a él.
1 criticas constructivas:
Será una campaña contra el tabaquismo... bueno, hay algo más profundo que eso, lo reconozco, se nota.
Publicar un comentario