El soldado norteamericano duerme en el interior de su capullo acorazado. Sondas cerebrales le procuran sueños placenteros: de épocas pretéritas en las que la guerra era una justa honorable, donde la victoria o, incluso, la muerte enaltecían.
Sin embargo, intuye que esos sueños le son ajenos. Y al despertar, se pregunta a quién pertenecerán.
El soldado romano sueña con inverosímiles artefactos que escupen fuego y matan a distancia. Aunque intenta atribuir sus pesadillas a una desmesurada ingesta de vino y carne, intuye que esos sueños le son ajenos. Y al despertar, se pregunta a quién pertenecerán.
Martín Pecador
1 criticas constructivas:
Un buen trato de la continuidad narrativa.
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