Un personaje de cuento

El contador de cuentos me incluía siempre en sus relatos. Iba por los pueblos y ciudades narrando mis aventuras.
Y después empezó a vender libros con las mismas historias.
Entonces, harto de ser su personaje favorito sin recibir ninguna ganancia, quise cobrarle regalías. ¿Y saben qué hizo el muy cretino?
Me sustituyó por otros personajes más baratos.
¡Claro! Aparecieron muchos; porque había una escasez tremenda de trabajo.
Así fue que me quedé desocupado y en el más puro anonimato.
Hasta que ustedes me descubrieron. Y aquí estoy otra vez. ¿No se acuerdan de mí?
GAUCHO
2 criticas constructivas:
Una vez más el personaje supera al autor y cobra vida propia. Imagínense si nuestros personajes nos quisieran cobrar, capaz que terminamos linchados por ellos. Simple y bueno.
La desocupación ha llegado a la ficción, que tiempos jodidos.
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