Concurso Microrrelatos 2
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10/13/2008

Chinchillas al fin


La señora Olivetti se enfureció después de haber comprado sus camisas y camisolas de seda de Gucci, Versace y Cavalli. La lluvia y el frío no le permitían lucirlas. Arrojó las bolsas en un rincón del vestidor. Se puso una polera (puteó porque le tapaba los Swarovski y se los sacó) y se abrigó con el tapado de chinchillas.

Los tacones repiquetearon en el mármol del porche y mientras bajaba las escaleras (resguardada por el paraguas de su mayordomo) resbaló.

¡Mierd…!, dijo y fue lo último y el apagón. No llegó a tomar el té.




Wise

7 criticas constructivas:

Anónimo dijo...

Eso le pasa por estirada. Una persona hueca y cruel con una muerte absurda.

Miguel Angel Vesco dijo...

Pobre Señora Olivetti la naturaleza complota para que no pueda lucir su ropa nueva... pero ella arremete pelando el tapado de chinchillas y mostrandose mas poderosa que cualquier vulgar fresquete o ventarron!!... acto final el agua de lluvia le da su merecido desnucandola en los escalones...

No hay que usar pieles de animal... carajo!

Un saludo, muy lindo cuento...

Miguelo

Marita Balla dijo...

1) No debió confiar jamás en un hombre que lo único que podía sostener era un arma -llámese paraguas- en todo caso si hubiera sido una sombrilla era entendible.

2) Lo triste de la situación es que no llegó a tomar el té metafóricamente hablando.

3) Parece la venganza menos cruel del espíritu de la chinchilla.

4) Me gusta mucho el impudor de la dama.

Unknown dijo...

La Sra. Olivetti llamada así como la famosa marca de maquinas de escribir, todo el cuento tiene “marcas” que en realidad son una fachada de un vació que trata de rellenarse con ellas. Y desgraciadamente no pudo llegar a tomar el té, al resbalarse causando una muerte un poco cómica.

Unknown dijo...

Al leer el cuento,se vienen a mi mente numerosos momentos familiares, donde sin querer (o queriendo) cometemos los mismos errores que la Sra. Olivetti.
Es muy común que hoy en día enfoquemos nuestras peocupacones en cosas materiales que en teoría dan prestigio, pero nunca debemos olvidar lo que somos por dentro, ni mucho menos el porqué estamnos aquí.

BeLén dijo...

La piel gris de la chinchilla se desplomó sobre el suelo. Por supuesto que la señora Olivetti nunca imaginó las repercusiones que tendría su malhumor en contacto con el mundo real. Sus Manolo Blahnik impulsaron la caída, intentando librarse de esa dueña insoportable que lo único que hacía era quejarse y putear.
Quizás tanto lujo la tornaba despreocupada por lo que ocurría en el exterior de su Penthouse y la obligaba a chocar con él. Quizás era momento de dejar plantadas a sus amigas, quienes la estuvieron esperando hasta que un llamado telefónico les informó la tragedia.
—Esto es una tragedia...— sollozaban, mientras internamente se preguntaban cuál de todas las nietas heredaría el placard y el abrigo de chinchilla.

Intenso dijo...

Coincido en lo que dice El Zapato: las marcas son las que limitan el accionar de esta buena mujer, con todo su sistema de representaciones elaboradas a partir de las marcas que son las que finalmente la conducen a la muerte.