La casa de Héctor, bellamente decorada por sus numerosas amantes, estaba en venta. Había decidido casarse con Ana no sin antes despedirse de su más fiel y voluptuosa amiga Carola. Quedaron a las diez; una hora sería suficiente. A las diez y media Ana, eufórica, entraba sigilosamente en el dormitorio de Héctor para darle una sorpresa por el nuevo vestido que llevaba.
Relatrón
2 criticas constructivas:
Indiscutible, pese el lugar común (me refiero a que a casi todos nos han sorprendido con otra chica. ¡Diblos!, no recuerdo un antecedente en literatura, en cine hartos, varios refritos de “oh sorpresa”) el texto logra sacar una mueca, una risa entre cortada. Sin embargo, no me parece tan bueno como los otros dos, de acá arriba. Será porque una hora de despedida no es suficiente para dejar una vida de seductor en pos de una vida moral. También, un juerguista y libertino como Héctor no sería tan tonto (quizá je..je) para no haber establecido estrictos horarios. Al menos, esta ambigüedad, siguiere temas como el acoso amoroso, la mujer amada se te mete como dolor de muelas y, uno en letargo, ni meter las manos puede…qué se yo…
Adios boda. Es un relato divertido, para nada pretencioso.
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