...tenías a tus espaldas el paredón carcomido por la humedad y las balas. El sol rompía en tu cara y apenas te dejaba ver a los guardias que, alineados, apuntaban a ti y al hombre que estaba a tu lado. Otro condenado que no dejaba de repetir: “No te preocupes, compadre. Sólo uno de los guardias del pelotón no se dejó sobornar.”
Casi Bruno
1 criticas constructivas:
Inquietante final, un humor negro del bueno.
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