Comenzó a cavar.
Anochecía y el monte apenas se iluminaba con la luna menguante.
La tierra no ofrecía resistencia, como si estuviera esperando. Todo parecía indicar que era el lugar.
A la hora de cavar tuvo la certeza de que así era. Aunque aún no había encontrado nada su certeza interior lo impulsó a cavar con más voluntad. Sentía la tranquilidad y la alegría de estar finalizando una etapa de largas investigaciones, viajes, errores. Pronto estaría ante algún recipiente, seguramente sellado y en algunos días llegaría a su casa para finalmente descubrir el tan velado y anhelado secreto.
aguamarina



1 criticas constructivas:
¿qué será?
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