Cuando eras chiquito te agarrabas del dedo gordo de mi mano pa' montar. Yo no salía de mi asombro. Una manita de nada, con tanta juerza, tanta desisión. A menudo resongabas tironeando de los flecos de mi poncho. Yo me réia y te retaba suave, como pa' no perder la autoridá.
Dispués, ya grandote, te juiste a la capital. No hay guanaco que resista este desierto, Tata. Gurí vivo, me dije.
Aura, que me entero en la radio, que sos un montón de huesos abandonados en una sanja, siento que Dios es una estafa, una brosa nomás, un gaucho maula.
4 criticas constructivas:
Me contaron del concurso y si bien no participo con un escrito, sí quiero comentar que me gustó este relato.
Un besito, margi.
¡Qué relato duro! El malevaje si hizo presente viejo.
Salú.
Huija¡¡¡¡ un texto gauchesco con las voces propias, hay pocos en el concurso.
El campo y la ciudad, un buen retrato de las penurias que sufre la gente del interior en la capital.
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