Buscando los versos perfectos, el poeta garabateaba sin cesar las hojas de centenares de cuadernos. Ocupaba veinte horas de sus días pariendo poemas mediocres y reservaba apenas minutos al aseo o la comida, apenas tres o cuatro horas al sueño obligado. En la madrugada en que la métrica, la rima y el ritmo encontraron la perfecta armonía y los versos fluyeron bellos como el arroyo de la montaña, el poeta suspiró aliviado. Aquel poema perfecto merecía un final trágico. Con las primeras luces entrando por la ventana del presidio, el poeta ató una sábana y perpetró un prosaico suicidio.











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4 criticas constructivas:
Una vez que se llega a la perfección el tema es ¿qué hacer?, creo que nunca lo sabré, pero no recomiendo está variante, eso, por las dudas alguién llegue.
Mmmm este tema lo leí en un blog sobre un autor que queria lograr un best seller y al finalizar su obra se suicida con la obra en sus manos.
un poco d efalta d eoriginalidad a mi gusto por el tema que no me es nuevo.
Tal vez sea el mismo autor del blog, en fin, la imagen es buena.
Supongo que cuando alguien se obsesiona tanto por la perfeccion puede desinflarse al lograrla. El suicido puede ser la respuesta al vacío absoluto o al lleno absoluto.
"La perfecciòn es la màs difìcil meta, e intentar alcanzarla la màs grande de las locuras".
"El no ser perfecta, me hiere." (Sylvia Plath.)
Creo que el final de los poetas no varìa demasiado. A veces pareciera que es un patron que se repetirà siempre, la mayorìa de los autores que yo leo se suicidaron, o se murieron de sobredosis, de cirrosis...
la bohemia màs bella de la poesìa!
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