Deseó resistirse al abrazo de metal, pero, una noche más, no se separó de la señal de tráfico. Miró el reloj y recordó la promesa hecha a la pequeña antes de salir: Volvería para arroparla, sí, y para ahuyentar con las sábanas los miedos de la niña; pero antes debería hacer lo mismo con los suyos. Mientras aquellas pupilas de luz la desnudaban de una sola mirada, el claxon gruñó, a modo de reclamo.
Por ‘
3 criticas constructivas:
Un breve momento cotidiano narrado de manera dulce y suficientemente entretenida. Nada mal.
P/D:¿El autor es mexicano tal vez? Digo, por la palabra 'claxon'. En Argentina utilizamos la palabra 'bocina'.
Un extraño y atrayente relato que me dejó pensando, buena factura.
yo no había entendido que era "claxon", gracias por la aclaración. Me gusta la alución tierna e inocente que tiene,para tratar de algo bastante común y cotidiano no está mal.
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