“No hago otra cosa que pensar en ti” – repetía Serrat desde el viejo tocadiscos.
Acarició con su mirada la imagen de quien consideraba el ser más bello del mundo. Con el corazón alborotado dijo: te amaré siempre, sólo a vos; a nadie más que a vos.
En la cara se le congeló una sonrisa gardeliana, como esperando una respuesta.
No la hubo; semejante declaración de amor, no conmovió al frío espejo.
2 criticas constructivas:
Narciso/a a full, ja ja ja.
Me gusto mucho, buen golpe de efecto al final. Seguí así
Publicar un comentario