Concurso Microrrelatos 2
Bienvenido al Concurso De Microrrelatos

organizado por el taller Literario La Nave Fue y Volvió.

POR FAVOR, selección su opción.

10/30/2008

Mientras viajo en tren

Añoro el olor a tren. Esa mezcla rancia de óxido y tierra. Esto que me transporta apesta. No se parece nada al ferrocarril que me trajo.

Mientras viajo en esto que, me dicen, es un tren, sospecho que muero un poco. Cada casa pobre me lo dice. Cada pueblo ajado que no tarda en desaparecer. Tengo que olvidarme de lo que pierdo; lograr que el desasosiego deje de traquetear como este pedazo de lata. Conozco el itinerario, anuncia lo que vendrá.

Sé que el fracaso me va a sostener, como tantas otras veces.

Libertaria

3 criticas constructivas:

Marymar dijo...

¡Hey! ¡Cuánta desazón toda junta! No es el fracaso el que te tiene que sostener Libertaria, es saber que el tren te puede llevar a un lugar mejor. Bien escrito. Y... ¡pum para arriba!

Anónimo dijo...

Me gustó lo del fracaso, siempre lo he tenido como compañero, una identificación absoluta con ciertas partes del mensaje.

Eric Ahumada dijo...

Vaya, la cotidianeidad viaja con nosotros a todos lados. Estos viajes existenciales casi siempre resultan perturbadores. Muy buen texto. Recuerdos los textos “El Guardavías” de Charles Dickens, “El guardagujas” de Juan José Arreola y uno de Julio Torri que se titula “Para aumentar la cifra de accidentes”, transcribo este último por ser el más corto:

Para aumentar la cifra de accidentes

Un hombre va a subir al tren en marcha. Pasan los escaloncillos del primer coche y el viajero no tiene bastante resolución para arrojarse y saltar. Su capa revuela movida por el viento. Afirma el sombrero en la cabeza. Va a pasar otro coche. De nuevo falta la osadía. Triunfan el instinto de conservación, el temor, la prudencia, el coro venerable de las virtudes antiheróicas. El tren pasa y el inepto se queda. El tren está pasadno siempre delante de nosotros. El anhelar agita nuestras almas, y ¡ay de aquel a quien retiene del miedo de la muerte! Pero si nos alienta un impulso divino y la pequeña razón naufraga, sobreviene en nuestra existencia un instante decisivo. Y de él saldremos a la muerte o a una nueva vida, ¡pésele al Destino, nuestro ceñudo príncipe!

Julio Torri