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Podían oírse los tacos golpeando acompasadamente contra el suelo, abandonando la escalera. Cerró la canilla con fuerza y mientras acomodaba su peinado, apoyó una mano en el espejo y lo observó. Agachó su cabeza susurrando. A veces la vida se rompe como un espejo. Entonces, cada uno de los pedazos nos refleja en forma parcial, incompleta. Como un rompecabezas, no es posible comprenderla si no se rearma el todo. Sin embargo, una a una puede juntarse cada parte y al colocar la última, la superficie se forma para destrozarse nuevamente. Es así nuestra existencia, un continuo de cristales estallando indefinidamente.

Louis Dujardin