Nos quedamos callados mucho tiempo, pues Dios nos envió al mundo limitados en todo. Teníamos limitadas las palabras, los enamoramientos, entradas al baño, el número de relaciones sexuales, las enfermedades, los amigos que podríamos tener, la comida y bebida que podíamos ingerir, los kilómetros que podíamos caminar, los días que podíamos vivir…
Hace siete años pregunté su nombre, al año siguiente le dije ‘me gustas’, dos años después dije te amo, casémonos. De un tiempo para acá, casi tres años, no nos dirigimos la palabra, aunque aún a ambos nos quedan bastantes. Pronto le diré adiós.
2 criticas constructivas:
El número nos límita, cuando aprendimos a contar perdimos la capacidad de vivir la vida sin límites, creo que la ciencia tiene la culpa, ja ja ja. La temporalidad de este texto está manejada con pericia.
Parece que el personaje tardó mucho tiempo en darse cuenta que estaba perdiendo el tiempo. Conscuencias de vivir pendientes del tiempo.
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