Aquella noche trágica de insomnio y de locura interior decidí pasearme por el solitario y arrogante bosque de hayas que se ocultaba temeroso por la parte trasera de mi humilde morada. La noche lucia brillante al compas de la luna llena y unas estrellas que parpadeaban al antojo de mis parpados inertes por el cansancio; mis pies descalzos sobre la espesura del bosque iniciaban pisadas: austeras, sinceras… Fue en una de esas pisadas donde reconocí el latido de una vida lucida que se escondía entre las yemas de mis dedos. Era la viva imagen de mi infancia. ¡Lo llame Espinete!
Sorianita
3 criticas constructivas:
Me gustó mucho, y me cayo simpatico el animalito.
Idem Pablo. Lástima que está afuera
Qué mascota tan extraña ha tenido esta chica, jaja. Debería de cuidar un tanto más la ortografía nada más.
Publicar un comentario